Movimientos artísticos
Baltasar Porcel · La Vanguardia · 8 febrer 2005
Arco, la gran feria de arte madrileña, mañana abre otra vez sus puertas. Con ciertas tensiones, pues diversas galerías francesas, catalanas, italianas, atentas a la vanguardia clásica y que solían concurrir a este mercado, han sido descartadas y otras no han acudido. Pero la perspectiva es excelente. Y es como si Arco se decantara hacia las nuevas formas expresivas, instalaciones, vídeos. Mientras, la última feria de Basilea, la más importante y cabeza de puente con Estados Unidos, se mantenía equilibrada, aunque prestando atención preferente a lo novedoso. En cambio, la nueva feria inglesa, la Frieze, se decantaba por la provocación, la búsqueda, a la vez que la de Bolonia se amplía al exterior manteniéndose en un digno convencionalismo. ¿Hay una nueva tendencia, más de pintura-pintura y figurativa? No queda claro. Y para más liarla el gurú londinense del arte transgresor o de la expresión dura, y de su remunerativa promoción publicitaria, Charles Saatchi, ha declarado que precisamente esto está acabado y que hay que volver a dicha pintura-pintura. Pero hace poco se le incendió el fabuloso almacén y museo con todas sus adquisiciones performantes de los años noventa… ¿Se ha reconvertido al renaturalismo, a la replástica, o es que volver a comprar ahora los artistas o agitadores que catapultó y encareció le supondría un fortunón que considera desmesurado?
Comento todo esto con Pepa Quinteiro, directora de ArtLoft, de Reus, que se ha peregrinado estas ferias. Y que, por cierto, ofrece ahora una muestra interesante de Modest Almirall, en que con tela y madera confecciona unas obras de ceñida procedencia geométrica, voluminosos cubos junto a exiguas presencias humanas, en esta línea indefinida y atrayente de la nueva u otra figuración en emergencia. Será curioso, en cuanto a acusada tradición junto a hipotética novedad, lo que pueda exponer el país hogaño invitado a Arco, México. Aunque comienzan con el morboso topicazo de Frida Kahlo. Pero es de esperar que también vendan obras y les vaya de esta manera mejor que a la cultura catalana invitada a Guadalajara, donde aparte de montar festejos y publicidad política no se vendió ni un derecho de autor.
Sin esas ferias estaríamos sólo con las vastas exposiciones institucionales y de entidades financieras y fundaciones, que cuestan un dineral para por lo común repetir y combinar estólidas grandes nombres y grandes corrientes del arte, lo que está convirtiendo la inmensa capacidad de revulsivo y descubrimiento inherente en la creación en manidos manuales escolares.